Pasan los días...

Este niño ya es una bala. No para de perseguir a los gatitos que pacientes le huyen. Come unas cantidades industriales de comida dignas representantes de la genética paterna. Se esconde bajo la mesa mientras vemos una película y cree que no lo estamos viendo.

Este niño es toda una fiera. Se baña feliz después de cenar, se lava los dientes atacado de risa y se duerme de corrido al menos 11 horas. Se asoma por la puerta de la casa y exige salir a ver los alrededores. Desdobla la ropa limpia y saca las cosas de los cajones.

Este niño es todo un personaje. Escucha atento la música mientras cena, avienta al piso todo lo que tenga a la mano, te abraza y recarga su cabezo sobre tu pecho para dejarse abrazar. Se mete en la cama con papá en las mañanas para tomarse su leche. Se ataca de risa sin razón aparente.

Este niño ilumina los días. Se ve en el espejo descubriéndose. Se para en la cama y brinca como resortito. Hace "ojitos", dice "adiós" cuando sale de la regadera y pega su mano a la tuya cuando le dices "chócalas".